Hay un tema que me parece importante; recurro a él durante varias partes de mi libro “Perlas de los Malabares” y también durante mis días de trabajo, en general.
Este tema es lo que llamo “Encontrar el juego”.
Encontrar el juego (o, entrar al juego) es lo que hace a los malabares algo divertido; es a la vez, una fuerza conductora que nos hace seguir jugando, entrenando, explorando.
En mi experiencia, es este modo de ver a los malabares lo que los transforma en una práctica disfrutable, y también mucho más interesantes y atrayentes para l@s espectadores: jugar mejora la calidad misma de la práctica malabarística.
Nos demos cuenta o no, tod@s jugamos algún tipo de juego – ¡l@s malabaristas tanto más que la mayoría!, o al menos así debería ser, probablemente. Tomar la práctica como un juego incorpora inevitablemente la diversión, en varios niveles: desde “interesante” hasta “verdadera diversión”, y puedes encontrar el juego buscándolo, o simplemente llegar a una zona lúdica, a través de mantenerte en el camino del juego.
Muchos de los “juegos” que jugamos como malabaristas son bien conocidos por todos, aunque quizás no tan conscientemente.
Volvernos más conscientes del proceso y de lo que éste significa para nosotros puede resultar altamente recompensante. Podemos usar este proceso para nuestro beneficio, construyendo verdadero entusiasmo, en vez de ser presas de los “buenos o malos días”. Cuando perdemos el sentido del juego perdemos interés, y cuando perdemos interés, nuestra práctica malabarística sufre y se desgasta, si es que no queda completamente abandonada.
Recientemente lideré un taller de malabares en el norte de Italia, en Spazio Kabun, donde nos sumergimos más profundamente en este tema con el fin de expandir los aspectos cruciales del juego. Es posible divertirse haciendo cosas muy simples, siempre y cuando el cuerpo esté involucrado en el proceso.Esto implica entrar en un determinado estado de ánimo, un nivel elevado de curiosidad e interés – más interesados en la calidad de nuestra atención que en lo que estamos haciendo concretamente. Después de todo, el proceso mismo -atravesarlo- es probablemente una de las principales razones que nos ha vuelto tan apasionad@s por los malabares desde un principio.
Entonces: ¿qué juego estamos jugando?; ¿cómo empezamos a buscar un juego?; y ¿de qué se trata todo esto?
El juego más común dentro del malabarismo tradicional es, probablemente, el desafío de “un objeto más”, o el “buscar siempre la variación más difícil”. Los desafíos crean interés, llevándonos a un sentimiento lúdico, en especial cuando somos capaces de quebrar el desafío más grande en partes más pequeñas. A veces los desafíos crean un sentido de satisfacción, y otras nos dejan más frustrados que antes -cuando las cosas no van como nos hubiera gustado-. Obtenemos motivación, adrenalina y emoción al probar cosas casi imposibles, y nos sentimos gratificados cuando de vez en cuando las logramos, o cuando nos acercamos a nuestros objetivos, cuando lo imposible empieza a parecer posible.
Una variación cercana a estos juegos es “coleccionar trucos”. Intentar emular todo lo que tod@ malabarista ha hecho alguna vez, en algún lugar, en alguna época…
Siempre que aprendemos algo nuevo, o encontramos un nuevo aspecto de algo que ya sabíamos, nos sentimos motivados a seguir aprendiendo, a seguir probando. Esto nos lleva a un ciclo virtuoso y activa nuestro niño interior, que se divierte y juega.
Puede haber puro placer en este juego, pero ten cuidado: puede fácilmente transformarse en una competencia con nosotros mismos, lo que puede crear más presión que disfrute.
Uno de los principales inconvenientes en aprender nuevos trucos es que, una vez “conquistados”, frecuentemente pierden su diversión y, en general, quedan abandonados o en segundo plano.
Una forma de incrementar el interés y “encontrar el juego” con movimientos que ya manejamos es aumentar la cantidad de repeticiones. Luego probamos caminar mientras los hacemos, movernos y/o dar giros. Buscamos variaciones y creamos combos. Usamos diferentes juguetes y luego tratamos de hacer estos movimientos de la forma más limpia y prolija posible, y luego ¡sin caídas! Todos estos magníficos pasos nos pueden llevar a evitar el aburrimiento y el estancamiento.
Pero, personalmente, no encuentro este tipo de juegos verdaderamente motivantes y gratificantes: son muy caóticos e inconsistentes, a menudo llevan a tratar de ser los mejores o a identificarnos demasiado con un cierto tipo de estilo o de imágen (sobre nosotros o sobre los malabares). Entrenar es una parte importante de nuestra práctica como malabaristas, y es mucho mejor si este aspecto también se siente parte de un juego –¡incluso si eres un profesional!
Admitámoslo: el mundo ya es un lugar demasiado serio, y con inteligencia y sentido lúdico podemos plantar semillas de diversión y alegría en las vidas de muchas personas. Después de todo, es ese el punto en todo esto… ¿no?
- Entrenando
Nuestras rutinas de entrenamiento, o bien son demasiado estructuradas, con poco espacio y tiempo para divertirnos, o bien demasiado informales, por lo que se hace imposible encontrar la consistencia necesaria para entrar en una productiva zona lúdica. Por eso me parece importante aprender a cultivar un interés en cualquier actividad que practiquemos. Incluso actividades increíblemente simples pueden volverse fascinantes si las miras con nuevos ojos; nuevos aspectos surgen ante nosotr@s. Cultiva esto primero con cosas hacia las que te sientes naturalmente atraído y recuerda que esta habilidad está 100% ligada a la percepción.
Recuerda que tú defines tus objetivos.
Un objetivo posible podría ser entrenar solamente esas cosas que disfrutas: ¿por qué no? Otros días, entrenar cosas que encuentras verdaderamente difíciles, pero buscando la diversión en ellas. Encuentra alegría en el desafío, creando rutinas de entrenamiento inteligentes, circuitos que fluyan y se retroalimenten.
Encuentra el equilibrio.
Entrenar en grupo casi siempre hace todo más divertido. Probar trucos con amig@s malabaristas y conectar con otr@s, en general, hace que malabarear sea más divertido. Mas también es importante ser capaces de divertirnos por nuestra cuenta, encontrando entusiasmo y luego compartiéndolo con otros. Este es un buen equilibrio.
Otro objetivo puede ser, claramente, preparar material nuevo, crear una secuencia o rutina, o un nuevo espectáculo. Otro, puede ser maximizar el disfrute, el placer, la diversión y el bienestar durante cada entrenamiento.
- Estos no son todos los juegos posibles
Vale la pena entrenar de una forma que nos encuentre constantemente jugando y creando nuevos juegos. Haz nuevas reglas para juegos viejos y usa reglas viejas para juegos nuevos. Si es difícil al principio, trata de hacer “movimientos raros” sobre canciones que te gusten. Cosas que te llenen de energía, cosas que quizás te sorprendan.
Podrías hacer esto al final de tu sesión de entrenamiento, o en cualquier momento durante el día.
Incluso podemos acceder a ese sentido lúdico del que hablábamos, manipulando solo un objeto, sin hacer ningún movimiento particularmente difícil, sin pensar demasiado. Pero, ¿cómo llegar a ese punto?
Para encontrar el juego y divertirnos sin tener que volver a probar “siempre lo más difícil”, prueba trucos simples y tiros clásicos y entrégate al juego hasta que te topes con algo que te haga cosquillas. Añadir movimientos corporales a los tiros clásicos y/o combinarlos con movimientos no convencionales también puede ayudar a liberar nuestras mentes de aquella concepción sobre lo que es y lo que no es malabarear.
Piensa: “hoy siento que quiero golpear las pelotas en vez de atraparlas”. O más simple.
O mucho más específico, quizás: “Voy a explorar todas las posibilidades sobre qué hacer antes y después de un tiro por detrás de la espalda; una pausa, una suspensión, un pellizco, un tiro falso…”.
Luego sumérgete en esta exploración y busca las diferentes formas particulares de hacer un determinado tiro. Agrega tiros antes, durante y después.
No olvides tu cuerpo, involúcralo. Juega con él. Trata tu cuerpo como si fuera otro objeto con el que podemos malabarear, como si lo pudieras manipular. Sincroniza los movimientos de tu cuerpo con los de los objetos voladores, o muévete en la dirección opuesta. Prueba nuevas posiciones corporales. Varía la velocidad y la calidad de los movimientos. Hazlos más pequeños, o más grandes.
Usar música al momento de entrenar también puede estimular el sentido lúdico, aunque es importante no crear una dependencia musical para entrar al juego, y ser capaces de divertirnos también en silencio.
Eligiendo o encontrando “de casualidad” un concepto o aspecto a la vez, y sumergiéndonos en él con una mente curiosa, podemos hallar posibilidades que no habíamos imaginado. Me gusta pensar en esto como un estado de “gracia malabarística”, donde cada tiro trae un sentido de belleza consigo. Entiendo que este “estado de gracia” aparece más fácilmente cuanto más presentes estamos en nuestros cuerpos.
Incluso sin un objetivo específico de aprender más, nuestra práctica malabaristíca puede mejorar enormemente.
Combina conceptos. Quizás, por ejemplo, combina un tiro por detrás de la espalda mientras haces equilibrio con otro juguete en alguna parte de tu cuerpo. Luego tres cosas juntas: “¿qué pasaría si tiro una clava en triple altura, levanto una pierna y tiro por debajo mientras atrapo por la espalda con la otra mano?”. O, “¿cuán lejos puedo tirar una pelota y atraparla?”. Y así. Prueba secuencias de tiros simples y suma otros objetos, buscando alternativas que no sean siempre las más obvias.
Podemos tomar como ejemplo el método de Wes Peden, en el que otorga una lista de conceptos para cada uno de los elementos de sus trucos; esto puede permitirnos encontrar nuevos juegos y una enorme cantidad de material.
Hay muchas otras formas de encontrar el juego. Stefan Sing tiene un juego en el que, mientras explora con malabares y movimientos, repite tres veces cada movimiento y cada truco, y luego se pasa a otra secuencia, siempre con el cuerpo en movimiento. Esta es también una forma de dar importancia a trucos que podemos haber subestimado.
Las posibilidades se tornan infinitas, pero para encontrar un nuevo juego, primero necesitamos tener una base sólida desde la cual pararnos, y dejarnos crecer desde ahí. De alguna manera, esto último es lo contrario a una exploración libre y pura.
Explora de la forma que quieras hasta que encuentres algo identificable; expándete en ese camino, fluye desde ahí y ¡encontrarás el juego! Un juego necesita algunas reglas, o bien, algunas líneas conductoras. Estas nos ayudan a resolver el rompecabezas, o aquellos acertijos que nos hemos propuesto. Esto nos acerca a nuestra creatividad y al juego. Si las reglas se sienten muy rígidas, cámbialas hasta que vuelvas a sentir alegría y diversión.
Esencialmente, cuando estamos abiertos a lo que está pasando y menos proyectados hacia el futuro podemos empezar a jugar. Esto no quiere decir ser infantil. Significa encontrar liviandad, encontrar emoción en los pequeños detalles. Cuestionar. Dejar de juzgar lo que estamos haciendo mientras lo estamos haciendo y, en cambio, seguir el propio interés, estando abiertos a llegar a donde éste nos quiera llevar.
- Zona de juego
Pronto nos encontraremos en la zona de juego y más preguntas, ideas y conceptos empezarán a surgir dentro de nuestras cabezas. Los “¿qué si…?”.
“¿Qué pasaría si pruebo esto de esta manera, o de tal otra?”. “¿Qué pasaría si…?”, etc.
Deja que se desarrolle hasta que se transforme en algo totalmente diferente. El juego puede ser cómo relacionarnos con el espacio, o con otras personas. Puede ser probar cosas en diferentes estilos.
Estar en la zona lúdica nos lleva a enfocar nuestro interés en una sola cosa por el suficiente tiempo como para que pueda devenir en algo más.
Malabarear se siente genial cuando se siente como un juego. Y al principio, cuando empezamos a aprender… ¡es exactamente así como se sentía!
- Desarrollando el sentido lúdico
Cuanto más desarrollemos este sentido de estar jugando, más ideas y diversión tendremos. Para seguir explorando, mira a tu alrededor y nota momentos de juego espontáneo y verdadero existentes a tu alrededor. Es lo que los niños, los animales y hasta las nubes parecen estar haciendo. Lo que hacen nada tiene que ver con jugar para ser los mejores, o jugar para ganar. Jugar por jugar es una actitud que trae liviandad y que hace que sea un placer para los demás estar cerca nuestro.
Tampoco termina acá todo esto; podemos alcanzar un nivel aún más alto de diversión combinando destreza malabarística con dotes actorales. Malabarear “en personaje” puede resultar particularmente liberador; es como dar una vuelta de rosca a los malabares, usándolos como medio de expresión.
Para obtener más información sobre diversión y juego, puedes indagar el trabajo de Bernard de Koven “A Playful Path” (Un Camino Divertido) y “Deep Fun” (“Diversión Profunda”). Si bien no son destinados específicamente a malabaristas, contienen mucha trabajo ligado a la Teoría del Juego y nuevos juegos que pueden ser usados para traer de vuelta la diversión a esta actividad que amamos.
Sigue estas ideas y, cuando ya no sean tan divertidas, cambia tu actitud, cambia tus puntos de vista o, simplemente, ¡cambia todo lo que estés haciendo!
Me encantaría saber cómo personalmente indagas, investigas y te aventuras hacia encontrar tu zona de juego, estrategias o pequeñas curiosidades, o cualquier pensamiento que este artículo haya estimulado. Por favor, deja tus impresiones en la sección de comentarios, mándamelas por email o comenta en la página de Facebook de “Pearls of Juggling”.
Si estás interesado en una copia dedicada de mi libro, por favor escríbeme a: jugglingisart@gmail.com
El próximo artículo tratará sobre cómo combinar la filosofía del Tai Chi y del Yoga en nuestra práctica malabarística.
¡Gracias!
Sigue divirtiéndote,
Anthony Trahair
Infinte gracias por la traducción por Ezequiel G
Articulo original en ingles: https://www.juggle.org/finding-game-pearls-juggling-articles-2/